Cuando la sombra de la
noche alumbra mi cama,
el silencio se llena
de ausencia.
Alas quietas cubren mi
sueño,
pesadillas a deshoras
de álamos muertos,
de gaviotas rotas.
La niebla cubre mis
ojos,
ahogándose en un pozo
cubierto,
repleto de barro
blanco.
Junto al desguace de
mi cuerpo,
solo la fisura del
aire corta mi drama,
rabia fugitiva entre
mis recuerdos.
Un caballo relincha,
entre secretos,
entre soledades,
entre mi insomnio.