Mi querida Isabel:
Sé que te debo una carta. Esta misiva no lleva
sello y será la brisa de las ondas las que la deposite en tu buzón.
Tengo el alma dormida y me la guardo en un
rincón de mi cama esperando a que un día despierte y aparezca.
Mientras tanto, la vida espera entre risas
vacías y sin sentido en esas cosas de tontos que te expliqué en su momento y no
lleva a nada.
El alma, Isabel, el alma no la encuentro y te
doy mi palabra que la busco. No la veo en ningún lado, Isabel por eso tiene que
estar dormida y confío que no la encuentre muerta pues si es así….no podré oler
esas flores o las olas en la orilla que fotografío.
Si el
Alma no está tampoco la Esperanza.
Si, la Esperanza, Isabel aquella que
desapareció antes que el Alma, paso a paso como la gota del grifo que no cierra
bien o como la gota de agua eterna escondida en la caverna y forma estalactitas
o estalagmitas en el techo o en suelo y no deseo convertirme en piedra. Mas
poco a poco, lo seré si no desaparece esta jodida Desesperanza vacía.
No es escribirte de catástrofes. Es para que sepas mi
abandono y que aún guardo el anhelo de que la noche y el día se unan , a la vez,
en el tiempo para que renazca mi voz, con más fuerza.
Las palabras se las lleva el viento y espero
que esta carta te llegue, después vuele.
No te creas muchas cosas que te he escrito son
fruto de una calurosa tarde de domingo y los odio.
Con mi cariño:
Trini Ríos.
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