A
vosotras,
que
me recogistéis en pedazos,
cuando
el secreto se hace confesión,
no
hace falta momento ni distancia.
A
vosotras,
que
me vistéis despojo,
edificio
escondido,
ya
rehecho.
Se
rompe el tiempo a vuestro paso,
encontrándoos
en el transcurrir de los años.
A
ti Marian,
sabiendo
que existe el NO
en
el espacio abierto,
se
alborota el pasado
en
el firme presente.
A
vos Claudia,
caramelo
de coca-cola,
voz
de fruta y agua,
anduvimos
bajo la luna,
en
aquel lugar en el que la fuente manaba,
eras
la mano que me secaba.
A
vosotras, Gracias.
A Marian Cerván, Claudia Mahia
las amigas que me recogieron
en la nueva vida.
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