Aquí estoy, esperándote.
Llorando la desesperanza de
tu eterna guarda.
gimiendo en silencio lo que
mi corazón brama
en noche de mar brava.
Dejas la huella en mi arena,
Mostrando tu marca,
para marchar, la dejas
como ola de mar
en rebalaje cercano.
Ni la brisa sabe que existo,
ni el sol que nos calienta
porque
a mi sólo me queda,
tu silencio y la espera.
Soy un grito constante
de tu infierno perlado
Mientras tú, Goya siempre.
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