Flotando en el estanque
donde me miro,
en el surco profundo de
la onda,
donde está la nada.
Mirándome en el espejo
del agua,
en el cristalino azul de
tu sombra,
donde está la nada.
Devorándome en el miedo
infernal,
en la brisa ópaca de la
tiniebla,
donde está la nada.
Ahogándome en tus
tierras movedizas,
pleiteando entre la
demencia y el escalofrío,
donde sólo habitan las
lágrimas.
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